21/05/2017 - DANZA-TEATRO / “AQUÍESTOY”
Desde el abismo
Ezequiel Vidal hace un gran trabajo traduciendo una desesperación existencial
Creación de Ezequiel Vidal y Mabel Dai Chee Chang, interpretado por el primero y dirigido por la segunda, “Aquíestoy” revela, desde el título, con la unión de dos términos en una sola palabra, el desgarrador ejercicio de búsqueda de identidad que, entre las brumas de su historia, desarrolla el protagonista.
He allí a un hombre que trata de asomar la cabeza de una especie de sumidero, un vacío, una situación casi a-histórica, de un pasado brumoso y terrible, y que, puesto en abismo ante la falta de identidad, da manotazos de ahogado tratando de salvarse de ese agujero oscuro que amenaza con tragárselo para siempre.
Especie de inferencia frente a un trabajo que no se define principalmente por un desarrollo anecdótico preciso y bien delineado, éste parece ser el asunto que obliga a la criatura a ejecutar esa especie de frenética danza que, gracias a la soltura expresiva de Vidal, tiene una notable pregnancia en el espectador.
“Aquíestoy” tiene al cuerpo como lugar de expresión, de allí que, aunque el protagonista también use palabras, fragmentariamente, su desesperación no deja espacio más que para una sucesión de contorsiones, gestos desesperados a través de los cuales ese hombre trata de sacudirse el fantasma de la tragedia que lo acosa.
La marcación, expresada hondamente por Vidal, sugiere un gesto único, interminablemente repetido y magnificado entre secuencias diversas: un gesto desgarrado, y por momentos da la sensación que infructuoso, de quien busca salir del abismo aunque, a cada paso que da, parezca que le resultará imposible.
R.S.
He allí a un hombre que trata de asomar la cabeza de una especie de sumidero, un vacío, una situación casi a-histórica, de un pasado brumoso y terrible, y que, puesto en abismo ante la falta de identidad, da manotazos de ahogado tratando de salvarse de ese agujero oscuro que amenaza con tragárselo para siempre.
Especie de inferencia frente a un trabajo que no se define principalmente por un desarrollo anecdótico preciso y bien delineado, éste parece ser el asunto que obliga a la criatura a ejecutar esa especie de frenética danza que, gracias a la soltura expresiva de Vidal, tiene una notable pregnancia en el espectador.
“Aquíestoy” tiene al cuerpo como lugar de expresión, de allí que, aunque el protagonista también use palabras, fragmentariamente, su desesperación no deja espacio más que para una sucesión de contorsiones, gestos desesperados a través de los cuales ese hombre trata de sacudirse el fantasma de la tragedia que lo acosa.
La marcación, expresada hondamente por Vidal, sugiere un gesto único, interminablemente repetido y magnificado entre secuencias diversas: un gesto desgarrado, y por momentos da la sensación que infructuoso, de quien busca salir del abismo aunque, a cada paso que da, parezca que le resultará imposible.
R.S.